APOLO Y DAFNE
Del rechazo a la victoria
Del rechazo a la victoria
Apolo mata al pitón y peca de soberbia creyéndose mejor arquero que su hermano Eros, éste se enfada y se venga rápido disparando una flecha de oro en el pecho de Apolo para que se enamore perdidamente de Dafne y otra de plomo a la ninfa que rehúye este amor.
Empieza así una larga persecución hasta que Dafne, exhausta, pide ayuda divina para desaparecer y se transforma en una planta con su corazón aún latiendo en el tronco. Apolo la abraza y decreta que será su árbol “oh laurel, tú estarás cuando se celebren los triunfos y, al igual que mi cabeza conserva juvenil su cabellera, también tu llevaras el perenne adorno de tus hojas”. El árbol mueve su copa como si fuera su cabeza, parece asentir.
Ovidio nos habla de un fracaso que se vuelve un éxito: Apolo hizo del rechazo el símbolo mismo de la victoria, es más, el laurel no existía antes de que Apolo lo describiera, la descripción del laurel es la propia creación del laurel, así con nuestras narrativas creamos nuestra realidad cuando la describimos. Tampoco existía Apolo como Dios de los victoriosos, solo tras abrazar su fracaso, pudo convertirlo en herramienta de poder.
Además, Ovidio nos enseña otra cosa: en “Las Metamorfosis” el “yo” es prácticamente impotente y siempre está el divino detrás del evento, aunque la mente no sepa reconocerlo, aquí el amor no correspondido es el efecto de la flecha de un Dios.
En cambio, nuestra cultura es ego-referencial, si las cosas van bien tenemos mérito, de lo contrario no somos suficientemente buenos.
Cuando sentimos soledad, tristeza y resignación por un rechazo de cualquier índole, podemos caer en la tentación de pensar que dependa de nosotros y que haya algo a corregir en lugar de “abrazar”, como Apolo, nuestras imperfecciones y fragilidades para así asentir al evento sin juzgarlo.
De hecho, el concepto budista de Dharmakaya dice que la existencia es el cuerpo de las enseñanzas divinas, el divino está en el evento y es un acto de profunda humildad y confianza reconocerlo incluso si genera sufrimiento.
Reflexiones inspiradas por @selenecalloniwilliams