Mientras arregla los daños causados por Faetón en la tierra, Zeus se enamora de Calisto, una bella ninfa guerrera secuaz de la diosa Artemisa y, por eso, votada a celibato y castidad. Zeus viola a Calisto dejándola embarazada, Artemisa lo descubre y la echa de su circulo.
La desaventurada Calisto da a luz a su hijo Arcas provocando también la cólera de Hera que la transforma en osa para quitarle su belleza y vengarse de la infidelidad conyugal.
Tenemos pues al universo femenino persiguiendo a Calisto por ser mujer, embarazada y madre.
Asustada y con semblantes de osa, es perseguida también por las fieras que antes ella misma cazaba. Tiempo después incluso su hijo, no reconociéndola, intenta matarla con una flecha, pero interviene Zeus elevando a madre e hijo al cielo y transformándolos en la constelaciones Osa Mayor y Osa Menor.
Hera, aún más enfurecida por verles brillar en lo alto, pide ayuda a las deidades marinas para que, por lo menos, les veten sus aguas, por eso estas constelaciones son circumpolares y nunca se ponen en el horizonte.
Calisto sigue a Artemisa, una diosa aparentemente contradictoria ya que rechaza brutalmente el mundo masculino y no quiere hijxs siendo, a la vez, protectora de los partos.
El mito nos invita a explorar esta incoherencia como el posible conflicto interno de aquellas mujeres que rechazan la maternidad, pero sienten el instinto materno.
Como siempre, mirar atrás puede darnos pistas: Leto dio a luz a los gemelos Apolo y Artemisa, hijxs de Zeus. Condenada por los celos de Hera, Leto tuvo un parto difícil donde Artemisa salió primero y la ayudó en el parto de su hermano en Delfos; ante tanto sufrimiento la niña se juró a si misma “nunca seré madre”.
Las mujeres que viven este conflicto también podrían tener embarazos o partos complicados en su sistema familiar y así un miedo (consciente o inconsciente) a la maternidad que refleja símbolos perturbadores. Mirar con amor a la historia familiar y pacificar estos hechos difíciles puede ser clave para salir del conflicto.
🎨 @jordipalome